Como un claro susurro desde el corazón que pide cautela. Con la vista del águila empañada en el horizonte con el humo en los párpados que invade mi tierra y bloquea las ansias de volar y muéstrate libre ante el mundo. El humo de la muerte que enloquece con su ruido y las llamas incandescentes que no tienen descanso en su devorador apetito. Tenerife tiene un incendio sin límites que será imposible pronosticar el control del mismo y que sea la suerte para el fin de un tremendo dolor, la tierra quemada, el fuego maldito.
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