Cómo se oye el mar y el domino de la tierra en su profunda fuerza, con las oleadas que llegan a la tierra.
Un tornado profundo y rompedor de cualquier resistencia, tu manto de agua que brilla con las estrellas y coge el camino donde quiera y ahora con la conjunción desde el núcleo del abismo, con el rojo incandescente del princio de la vida, que se muestra.
Volcán del mar, jamás visto, tu nueva existencia .
Las olas del río, que ahora son, tu lava con el capricho. El rugido del mundo que nadie escuchó tan de cerca.
Mi Palma Bonita, tu escenario de riqueza que cicatriza las heridas, donde el corazón no se muere, ante tanta pérdida.
Tu olor, a azufre, tu rugido permanente de ese guardián dormido, con la explosión de estar más vivo, que nunca, en los sueños.
Centinelas aborígenes, los Guanches, la raíz bereber del archipiélago, que reza al dios Acorán y a cualquier religión, que sea, el bien con la tierra.
Volcán Cumbre Vieja, deja dormir para siempre, la bondad que nadie te niega.
Veintinueve de octubre 2021
Pepe Henríquez Correa
Enviado desde mi teléfono Huawei
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