La gran familia del motociclismo canario que se dio cita en un marcó incomparable, entre barrancos y valles entre melodías y alegrías, entre la gente Canaria y del mundo que vinieron a verse con Valsequillo como escenario.
El patriarca, el amigo trotamundos, el incansable soñador de convertir en realidad los pasajes que la mente guarda y hace gozo en la memoria más aclamada. Las épocas de ayer, los personajes que llenaron de gloria con trofeos, y sin ellos, con el recuerdo de ese humo y ruido que hacen los motores al vibrar en las manos de quién se puso para la prueba.
La mente viaja, las personas se abrazan y un cálido clima de sintonía envuelve él evento mágico por unos días.
Que Dios te dé vida y que puedas y podamos seguir disfrutando de una maravilla conjunta que se muestra con alegría en la sonrisa, de toda esa gran familia que hace posible la huella entrañable del Viejas Glorias.