Las campanas del cielo, cómo imaginar su temple en el sonido, de ese metal como signo en la atalaya de los templos de las iglesias
En lo alto de la torre, en el momento de estar más cerca, con el cielo.
Las cuerdas con el impulso humano que balancean su peso y hace, como un milagro el canto del bronce fundido.
Las alertas del mundo, el ataque inesperado, otro momento, que avisa de la guardia para estar preparado.
El bombardeo desmesurado, la fuerza con la lucha de ser el primero y romper la calma.
Morir en el sonido, ante un silencio que sólo con las campanas, rompen el rugido con las bombas que desbastan.
Los imperialistas que se creen ortodoxos con la religión del catolicismo y mueren con la vergüenza de poner al mundo, en el patíbulo con la guerra.
No toda Rusia, no ningún creyente, duerme con descanso, ante la mano, de quien mata por capricho y sin ningún arrepentimiento.
Volver a llamarte como el fin, de éste estado maligno.
¡Dios! haz la voluntad, para acabar con tanto mal.
Por todos los que sufren, no a la guerra.
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