Majestuosa tempestad, verte crecer, en tu caldera, tan llena de sorpresas, isla de volcanes, sueños, de poetas, filósofos, astrólogos, Gran Canaria
la pasión, que no teme a la muerte.
Volcánica, la raíz, la de tu imperio, que creció lento, tan despacio como el tiempo, millones de años, de luz, con las noches en el cielo, lugar mágico uno más, con el universo.
Emerges como montaña, dentro del corazón, con el archipiélago
Los dioses, que se reunieron, junto al trono, de la Sierra del Chapín
Bentayga, el nombre, de los arrifes inciertos, el cráter, del descubrimiento, que mejor momento, la vida después del fuego.
La atalaya de los deseos, mares de brumas, que ocasionan la lluvia, y te visten, con los colores, del arcoíris, en traje de gala con la primavera.
Almendro que crece en flor, y deja caer sus petalos, con tanta pena, en febrero
Tejeda que te llama, senderos que enamoran, al paso, por verte de nuevo.
Artenara, que sabe por dónde andas, y te deja ir tan lejos, como puede ser, tan bello.
Isla, tierra, que se baña dentro del océano abierto
La cumbre, la estancia de los guerreros, que nunca han muerto, porque con el milagro crecieron
Bentayga, el manto del pastor, el Guayre, la cuna, de los canarios, que llegaron tan lejos.
Mi tierra en el mundo
Tejeda, que te llama, por el almendro del 2020
Y sé viste de honores, después del fuego.
Dieciséis de enero 2020
Pepe Henríquez Correa.
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